En la actualidad, diagnosticar una diabetes es una tarea relativamente sencilla. Los signos y síntomas suelen ser bastante evidentes cuando ya está establecida (sed, gran volumen de micción, cansancio, pérdida de peso…) y confirmarlo mediante una prueba de glucosa en sangre es coser y cantar. Pese
a que prácticamente todo el mundo conoce en qué consiste esta enfermedad tan
frecuente, pocas personas saben cuál es el peculiar origen del término diabetes mellitus (que
es el nombre científico para referirnos a la diabetes convencional tipo I, II y gestacional).
Pues
bien, el término diabetes mellitus
proviene del griego (διαβετες μελλιτυς). La
palabra diabetes viene a decir algo así como “lo que va a través” y era una forma muy expresiva de referirse a
la gran cantidad de orina que eliminan los diabéticos y la palabra mellitus, “endulzado con miel”, se refiere al característico sabor dulce que tiene la
orina de éstos. Uno de los principales signos que provoca una
elevada cantidad de glucosa en sangre es que cierto porcentaje de este azúcar
termina eliminándose por la orina (glucosuria). Como además la glucosa necesita
mucha agua para eliminarse a través del pis, se elimina gran volumen de ésta lo
cual es el signo más típico de la esta enfermedad (poliuria).
Por otro lado,
que la enfermedad se apellidara cariñosamente “endulzada con miel” implicaba
directamente que alguien había comprobado el sabor de la orina previamente. El valeroso descubridor del que tenemos
constancia escrita de este pis dulce fue Thomas Willis en el siglo
XVII. Desafortunadamente, Willis no llegó a saber por qué exactamente en los
diabéticos de vez en cuando la orina que probaba era dulce.
Años más tarde, cuando
ya se supo exactamente que el culpable de esta orina dulce era la glucosa, la
confirmación del diagnóstico de la diabetes mellitus se realizaba probando la
orina del paciente. De esta forma, se distinguía de otras enfermedades que
cursaban con una orina abundante pero que no tenían ese sabor dulce
característico como la diabetes insípida (que se llama precisamente insípida
porque en los tiempos en los que se diagnosticaba probando la orina, ésta no
tenía sabor dulce).